SER TOLERANTE Y PACIENTE
©Giuseppe Isgró C.
Uno de los versos de oro pitagóricos, expresa: -“Muchas son las voces, unas indignas, otras nobles, que vienen al recinto del oído. Que no te turben ni tampoco te vuelvas para no oírlas. Cuando oigas algo que deja de corresponder a la verdad, sopórtalo con calma”-.
-Uno de los grandes secretos de todo ser humano consciente, es el de guardar silencio sobre sus objetivos, sobre quién es, a dónde va, qué hace y qué espera.
Toda confidencia sobre cualesquiera propósitos que alguien se proponga realizar, en el momento de comentarla, crea, automáticamente, una fuerza antagónica, contraria, que constituye un handicap y va a requerir un esfuerzo extra para superarlo, sin importar quien sea a quien se le cuente.
Mientras mas allegada sea la persona, más fuerza antagónica genera. Al mismo tiempo se suelta la imagen del proyecto que se desea realizar y al hacerlo, la mente lo aleja de su centro de poder, que es la imagen en la pantalla mental, donde crea un campo de fuerza magnética que atrae a los elementos coadyuvantes y repele a los contrarios, por la ley de atracción cósmica.
Empero, es imposible que otras personas dejen de participar en el conocimiento de lo que, en un momento dado, se está realizando; y a tales efectos, gran número de ellas, con o sin buenas intenciones, se toman la libertad de opinar, expresando comentarios que pueden tener cualesquiera modalidades de matices, positivos o no, las cuales muchas veces pueden contener informaciones útiles de tener en cuenta, aunque sean poco agradables. Es preciso escucharles serenamente; una vez oídas, se le da las gracias y se pasa a otra cosa, sin turbarse, centrando la atención en un aspecto positivo, como el constante recuerdo del nombre del Creador Universal, ELOÍ, que funge de elemento equilibrante, de conexión con la fuente divina, -como un mantra-.
Automáticamente, al poco rato, se sienten renacer las fuerzas positivas, manteniendo el control de la situación y del propio estado anímico, y por ende, de los pensamientos, de los sentimientos, de las palabras y de los actos que les son inherentes. A veces, se pueden estar escuchando cosas que no se corresponden con la verdad, y encontrarse impotente para hacer algo, de momento.
Es preciso, en estos casos, seguir la sugerencia contenida en el verso del filósofo de Samos: -“Cuando oigas algo que deja de corresponder a la verdad, sopórtalo con calma”-.
Al final, la verdad triunfa del error y de nada sirve perder el autodominio, o la compostura, que haría, muchas veces, pese a tener la razón, dejar, en el ambiente, un efecto contraproducente.
Es preciso conservar la compostura y la serenidad; impasible, seguir adelante, haciendo todo lo que sea preciso para que resplandezca y se afiance la verdad, oportunamente y así será. Siempre la verdad se impone.
Adelante.
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