miércoles, 13 de julio de 2011

ANTONIO SPINETTI DINI: EL POETA Y SU OBRA


ANTONIO SPINETTI DINI:
EL POETA Y SU OBRA

©GIUSEPPE ISGRÓ C.
16 de Agosto de 1970


El poeta Antonio Spinetti Dini, nació en San Piero in Campo, Isla de Elba, Italia, el 20 de marzo de 1900. Llegó a Venezuela a la edad de cuatro años. Vivió en Ejido, Estado Mérida, hasta el año de 1931, a partir de cuya fecha y desde entonces, residenciará en Mérida. Es en esta hermosa ciudad andina en donde Spinetti Dini realizará su obra literaria más importante.

Tonino, tal como les llamaban sus amigos, desde niño se destacó por sus excelentes cualidades literarias. Fue, conjuntamente con Mariano Picón Salas, líder literario, en las actividades culturales de su época escolar.

A los 17 años, Spinetti Dini, dirigía ya el periódico El Civismo; a los 19 años, la revista Azul. Realizó su primera selección poética a los 18 años, a la cual intituló “Breviario Galante y Rebelde”, que prologara quien luego sería su amigo de toda la vida: Mariano Picón Salas, el más continental de los escritores venezolano del siglo XX.

Fue en la ciudad de Mérida, donde Spinetti Dini publicó su primer libro, a los 34 años, con el título “La Palabra al Viento”, en el que selecciona su obra poética hasta entonces.

Seguidamente, publicó el poemario intitulado “Hambre”, sobre el que su amigo, Mariano Picón Salas, emitió el siguiente comentario: -“Hambre, refleja como pocos libros, la creadora angustia que entonces sacudía el alma venezolana. Los sustantivos que fijarán la frustración y el atraso de nuestro pueblo durante aquel régimen fueron palabras “Tabú”. La retórica había proyectado un velo de complicidad sobre las circunstancias autóctonas. Durante casi seis lustros la literatura criolla se había nutrido de mentiras o debió decir su verdad como en el gran símbolo de “Doña Bárbara” y de las “Memorias” de Pocaterra, trasladándose a comarcas lejanas. Como casi todos los libros que se escribieron en los activos años de 1936-1937, “Hambre” emprendía una áspera cura de veracidad. Si había en la llamada poesía “comprometida” de entonces mucho de cartel de propaganda y de fórmulas que pasaban de los más simplistas folletos revolucionarios a los versos que se esgrimían como consignas, Spinetti Dini agregaba a esa corriente su testimonio personalísimo. Él no habla de un dolor campesino en abstracto, sino del muy concreto de los labriegos de los Andes que ha contemplado cada día. Y el nuevo reino que parece invocar no es el del jacobino libresco y fanático que se siente despiadado ejecutor de la verdad, sino de quien, antes de toda teoría y de todo dogma, pone la ternura humana; su amor por el hombre y no sólo por el partidario. Como escritor y artista, él también prefería “convencer” a “vencer”. El gran cambio que necesitábamos conseguir los venezolanos debía comenzar en nuestra conciencia. Y la emoción de su palabra se correspondía con su limpia conducta. Su pasión de cultura, su desprendimiento y nobleza moral, le había ganado sitio de amor y unánime respeto entre las gentes de la Cordillera. Limpiaba cada día más sus versos para que fueran más auténticos y veraces para que en ellos cupiera la fe de un hombre que entre todos los contradictorios caminos que depara el mundo había elegido el que conduce a la filantropía y a la verdad”-.

Es importante destacar, por su contenido, una pequeña obra de juventud, que Spinetti Dini publicó en 1918, el cual contiene 18 sonetos.

Spinetti Dini, en Mérida fue redactor del periódico El Bolivariano y dirigió el Diario El Pueblo, así como la Revista Indo-América.

 Spinetti Dini fue miembro activo de la Asociación de Escritores Venezolanos, del Ateneo de Caracas, de la Asociación de Escritores y Artistas Americanos, de Cuba, del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, de California, y del Interamerican Bibliographie and Library Society, de Washington.

Spinetti Dini vivió una vida intensa. Su carrera de hombre terminó cuando alcanzaba pleno apogeo y los ideales florecían alcanzando esperados éxitos. Desencarnó el 26 de noviembre de 1941. Su recuerdo permanecerá siempre vivo en todos aquellos que conocen su obra y su trayectoria.

En el año 2007 conocí a una nieta y a un bisnieto del poeta Spinetti Dini, en la ciudad de Lechería, Venezuela, quienes por esos días viajarían a la ciudad de Mérida, para asistir a un acto en el cual la Alcaldía de Mérida iba a rendirle un homenaje al ilustre poeta. El presente artículo es un ensayo de juventud que escribí en agosto de 1970, pero vigente, aún, a los efectos de rendir homenaje a este ilustre poeta.

Del Poemario “Hambre” (1934-1937).

Sobre un camino de siglos
los hombres pasan hambrientos.
Justicia y amor no han sido
sino palabras y sueños.
Hambrientos pasan los hombres
por el camino del tiempo.
Y el grito de ayer fue ¡Hambre!
y, ¡Hambre! es hoy el grito nuevo.
Hambrientos pasan los hombres
por el camino del tiempo.
Y sin saber para qué,
un día se lo llevaron.
Por qué partía, no se supo.
Ni para dónde ni cuándo.
No se supo ni lo que hacía.
Dejó todo abandonado.
(Hijos, mujer y conucos.
Todo lo que era un pedazo,
y quizá el más profundo,
de su vida. Vida ingenua
del peón de nuestros campos.)
-Fuente humilde. Oscuro músculo.
Savia pobre. Y, sin embargo,
qué fuera de la ciudad
si no tuviésemos campos.
y, sin saber para qué,
un día se lo llevaron.

Del poemario: “La Palabra al Viento”. (1934).

Lanzo a los vientos mi palabra;
-Tal vez mi palabra mejor-
Los vientos se la llevan. Hacia Oriente, Occidente,
Sur y Septentrión.
En ella va el suspiro que pugna ser grito
de rebeldía y de conminación;
la voz evangelista del hecho inaudito,
y la voz penumbrosa de la resignación.
¿Y por qué no resignación? La tierra
es floja y débil, sólo somos barro, Señor.
A veces la palabra tiene trémolos
de canciones de ayer y de hoy.
-Ruiseñores y lunas de antaño,
guitarras de antiguo son.

Del poemario Inédito. (1926).

Un día, un día te podré decir lo que no te he dicho nunca.
Lo que nunca he podido decirte,
ni cuando íbamos juntos por los prados dorados
de aurora y crepúsculo ,
ni cuando sonreías entre un nimbo de lágrimas
al verso todo sumergido en un gran mar de sombra.
Levántate, muchacha,
que quiero ver cómo amanece en tus ojos,
después de la noche tan dulce.
Levántate, muchacha.
Quiero ver si el sol
y la brisa y el efluvio matinal,
saben acariciarte como yo.
Levántate, muchacha,
que quiero ver como amanece en tus ojos.
Qué frescos y ligeros nos sentimos.
Y cómo es sabroso correr y saltar,
igual que cuando éramos pequeños,
     sobre la hierba aún empapada de rocío.

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