ANTONIO SPINETTI DINI:
EL POETA Y SU OBRA
EL POETA Y SU OBRA
©GIUSEPPE ISGRÓ C.
16 de Agosto de 1970
El poeta Antonio Spinetti Dini, nació en San Piero in Campo,
Isla de Elba, Italia, el 20 de marzo de 1900. Llegó a Venezuela a la edad de cuatro
años. Vivió en Ejido, Estado Mérida, hasta el año de 1931, a partir de cuya
fecha y desde entonces, residenciará en Mérida. Es en esta hermosa ciudad
andina en donde Spinetti Dini realizará su obra literaria más importante.
Tonino, tal como les llamaban sus amigos, desde niño se
destacó por sus excelentes cualidades literarias. Fue, conjuntamente con
Mariano Picón Salas, líder literario, en las actividades culturales de su época
escolar.
A los 17 años, Spinetti Dini, dirigía ya el periódico El
Civismo; a los 19 años, la revista Azul. Realizó su primera selección poética a
los 18 años, a la cual intituló “Breviario Galante y Rebelde”, que prologara
quien luego sería su amigo de toda la vida: Mariano Picón Salas, el más
continental de los escritores venezolano del siglo XX.
Fue en la ciudad de Mérida, donde Spinetti Dini publicó su
primer libro, a los 34 años, con el título “La Palabra al Viento”, en el que
selecciona su obra poética hasta entonces.
Seguidamente, publicó el poemario intitulado “Hambre”, sobre
el que su amigo, Mariano Picón Salas, emitió el siguiente comentario: -“Hambre,
refleja como pocos libros, la creadora angustia que entonces sacudía el alma
venezolana. Los sustantivos que fijarán la frustración y el atraso de nuestro
pueblo durante aquel régimen fueron palabras “Tabú”. La retórica había
proyectado un velo de complicidad sobre las circunstancias autóctonas. Durante
casi seis lustros la literatura criolla se había nutrido de mentiras o debió
decir su verdad como en el gran símbolo de “Doña Bárbara” y de las “Memorias”
de Pocaterra, trasladándose a comarcas lejanas. Como casi todos los libros que
se escribieron en los activos años de 1936-1937, “Hambre” emprendía una áspera
cura de veracidad. Si había en la llamada poesía “comprometida” de entonces
mucho de cartel de propaganda y de fórmulas que pasaban de los más simplistas
folletos revolucionarios a los versos que se esgrimían como consignas, Spinetti
Dini agregaba a esa corriente su testimonio personalísimo. Él no habla de un
dolor campesino en abstracto, sino del muy concreto de los labriegos de los
Andes que ha contemplado cada día. Y el nuevo reino que parece invocar no es el
del jacobino libresco y fanático que se siente despiadado ejecutor de la
verdad, sino de quien, antes de toda teoría y de todo dogma, pone la ternura
humana; su amor por el hombre y no sólo por el partidario. Como escritor y
artista, él también prefería “convencer” a “vencer”. El gran cambio que
necesitábamos conseguir los venezolanos debía comenzar en nuestra conciencia. Y
la emoción de su palabra se correspondía con su limpia conducta. Su pasión de
cultura, su desprendimiento y nobleza moral, le había ganado sitio de amor y
unánime respeto entre las gentes de la Cordillera. Limpiaba cada día más sus
versos para que fueran más auténticos y veraces para que en ellos cupiera la fe
de un hombre que entre todos los contradictorios caminos que depara el mundo
había elegido el que conduce a la filantropía y a la verdad”-.
Es importante destacar, por su contenido, una pequeña obra de
juventud, que Spinetti Dini publicó en 1918, el cual contiene 18 sonetos.
Spinetti Dini, en Mérida fue redactor del periódico El
Bolivariano y dirigió el Diario El Pueblo, así como la Revista Indo-América.
Spinetti Dini fue miembro activo de la Asociación de
Escritores Venezolanos, del Ateneo de Caracas, de la Asociación de Escritores y
Artistas Americanos, de Cuba, del Instituto Internacional de Literatura
Iberoamericana, de California, y del Interamerican Bibliographie and Library
Society, de Washington.
Spinetti Dini vivió una vida intensa. Su carrera de hombre
terminó cuando alcanzaba pleno apogeo y los ideales florecían alcanzando
esperados éxitos. Desencarnó el 26 de noviembre de 1941. Su recuerdo
permanecerá siempre vivo en todos aquellos que conocen su obra y su
trayectoria.
En el año 2007 conocí a una nieta y a un bisnieto del poeta
Spinetti Dini, en la ciudad de Lechería, Venezuela, quienes por esos días
viajarían a la ciudad de Mérida, para asistir a un acto en el cual la Alcaldía
de Mérida iba a rendirle un homenaje al ilustre poeta. El presente artículo es
un ensayo de juventud que escribí en agosto de 1970, pero vigente, aún, a los
efectos de rendir homenaje a este ilustre poeta.
Del Poemario “Hambre” (1934-1937).
Sobre un
camino de siglos
los hombres
pasan hambrientos.
Justicia y
amor no han sido
sino
palabras y sueños.
Hambrientos
pasan los hombres
por el
camino del tiempo.
Y el grito
de ayer fue ¡Hambre!
y, ¡Hambre!
es hoy el grito nuevo.
Hambrientos
pasan los hombres
por el
camino del tiempo.
Y sin saber
para qué,
un día se lo
llevaron.
Por qué
partía, no se supo.
Ni para
dónde ni cuándo.
No se supo
ni lo que hacía.
Dejó todo
abandonado.
(Hijos,
mujer y conucos.
Todo lo que
era un pedazo,
y quizá el
más profundo,
de su vida.
Vida ingenua
del peón de
nuestros campos.)
-Fuente
humilde. Oscuro músculo.
Savia pobre.
Y, sin embargo,
qué fuera de
la ciudad
si no
tuviésemos campos.
y, sin saber
para qué,
un día se lo
llevaron.
Del poemario: “La Palabra al Viento”. (1934).
Lanzo a los
vientos mi palabra;
-Tal vez mi
palabra mejor-
Los vientos
se la llevan. Hacia Oriente, Occidente,
Sur y
Septentrión.
En ella va
el suspiro que pugna ser grito
de rebeldía
y de conminación;
la voz
evangelista del hecho inaudito,
y la voz
penumbrosa de la resignación.
¿Y por qué
no resignación? La tierra
es floja y
débil, sólo somos barro, Señor.
A veces la
palabra tiene trémolos
de canciones
de ayer y de hoy.
-Ruiseñores
y lunas de antaño,
guitarras de
antiguo son.
Del poemario Inédito. (1926).
Un día, un
día te podré decir lo que no te he dicho nunca.
Lo que nunca
he podido decirte,
ni cuando
íbamos juntos por los prados dorados
de aurora y
crepúsculo ,
ni cuando
sonreías entre un nimbo de lágrimas
al verso
todo sumergido en un gran mar de sombra.
Levántate,
muchacha,
que quiero
ver cómo amanece en tus ojos,
después de
la noche tan dulce.
Levántate,
muchacha.
Quiero ver
si el sol
y la brisa y
el efluvio matinal,
saben
acariciarte como yo.
Levántate,
muchacha,
que quiero
ver como amanece en tus ojos.
Qué frescos
y ligeros nos sentimos.
Y cómo es
sabroso correr y saltar,
igual que
cuando éramos pequeños,
sobre la
hierba aún empapada de rocío.
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