miércoles, 27 de agosto de 2014

EL PLACER Y EL DOLOR


EL PLACER Y EL DOLOR

©Giusppe Isgró C.




En el Fedón, uno de los mejores diálogos de Platón, éste pone en boca de Sócrates, uno de los grandes principios de la naturaleza: La polaridad.

Sócrates lo enfoca bajo la modalidad del placer y del dolor. Pero, la expresión de la polaridad tiene incontables vertientes y variantes. Es la ley de los opuestos, en la naturaleza.

Una de las leyes que rige este principio inmutable, es el de que, los opuestos jamás se juntan. Se expresan por turno, y al uno le sigue el otro, indefectiblemente.

Cómo podría saberse lo que es el placer, si jamás se hubiese experimentado el dolor? Si se coloca la mano en el fuego, se experimenta dolor y éste hace que se le retire a tiempo, evitando que se produzca daño. El dolor es un maestro efectivo; pero, el placer, también, por causas opuestas, pero con un fin análogo: servir de instructores. Ambos son los efectos de causas perfectamente definidas.

En el día en que Sócrates debía traspasar el umbral que habría de conducirle a la dimensión espiritual, en el acto de quitarle el guardia el instrumento que le aprisionaba uno de los pies, comienza a experimentar una sensación placentera.

Al poco rato, al recibir Sócrates la visita de sus amigos, expresa: -“¡Qué cosa más extraña, amigos, parece eso que los hombres llaman placer! ¡Cuán sorprendentemente está unido a lo que semeja su contrario: el dolor! Los dos a la vez no quieren presentarse en el hombre, pero si se persigue al uno y se le coge, casi siempre queda uno obligado a coger también al otro, como si fueran dos seres ligados a una única cabeza”.

El dolor, interna y moralmente hablando, se expresa como un estado de insatisfacción. Es la fuerza creadora en constante manifestación, en el Espíritu de los cuatro reinos naturales, que busca canalizarse. Al no lograrlo hacia el exterior, lo hace hacia lo interno. Pero, esta modalidad es de polaridad negativa, es decir: se expresa como un sentimiento de insatisfacción.

Paradójicamente, pese a manifestar una polaridad negativa, busca un fin positivo. Impele a la persona a la acción para expresar dicha energía hacia el exterior, mediante la realización de objetivos claramente definidos, o, llenar necesidades insatisfechas.

En esto reside una de las leyes más poderosas de la naturaleza. En Cómo desarrollar la Auto-Maestría, de nuestra autoría, hace ya más de treinta años, que hemos desarrollado la técnica de cómo transmutar los estados mentales de insatisfacción en placenteros.

El secreto consiste en anteponerse objetivos claramente definidos y enunciados por escrito, a corto, mediano y largo plazo. Tan pronto se enuncien por escrito los objetivos que reflejen los resultados que se desean alcanzar, la energía interior comienza a canalizarse hacia el logro exterior de los mismos. La sensación de insatisfacción, se transforma, casi en el mismo instante de planificar los objetivos,  en su opuesto positivo: placer, satisfacción, sentimiento de autorrealización, confianza, seguridad, serenidad, sosiego, paz interior y visión clara del camino por recorrer.

Es la eterna polarización a la que hacía referencia Lao Tse, en el Tao Te Ching. En el momento en que el ser percibe lo que es el placer, reconoce lo que es el dolor. En el instante en que percibe lo que es la belleza, se da cuenta de lo que es la fealdad. Lo dulce y lo amargo, permiten discernir entre dos realidades opuestas, y en cualquier estado que se experimente, identificar que el uno le guía hacia el otro. Acción-reacción. La ley del péndulo.

Igualmente, la percepción, y experimentación del dolor, contribuye a la evolución de la conciencia. Es uno de los dos caminos. El otro, es el de la comprensión.

Se pueden desarrollar los estados, y estaciones de la conciencia por ambas vías: Por la compresión, o el placer, y por el dolor. Es una elección personal.

La guía certera es la de los valores universales, en ambas polaridades: Amor, prudencia, sabiduría, fortaleza, templanza, justicia, igualdad, equidad, compensación, belleza y equilibrio, entre otros.

Sidharta Gautama, en forma genial, hace 2.500 años, en el Parque de los Ciervos, expresó su doctrina de las Cuatro Nobles Verdades, mediante la cual, enseñó a sus primeros cinco discípulos, que la vida presenta estados de insatisfacción, o dukka; que éstos tienen su manifestación en los deseos en polaridad negativa; que es factible poner término a dichos estados insatisfactorios; y, que el medio de ponerle fin a la insatisfacción, es el del Noble Sendero Óctuple. Es decir: regir los deseos, los anhelos, las necesidades, los pensamientos, los sentimientos y los actos, por medio de la Recta opinión; los rectos propósitos; la recta palabra; la recta acción; los rectos medios de sustentamiento de vida; los rectos esfuerzos; la recta atención; y la recta concentración. Aplicando las técnicas de El noble sendero óctuple,es factible reorientar el propio Karma y hacer la vida más placentera.

Veinticinco siglos más tarde, Abraham Maslow, y su Escuela, harían otro gran descubrimiento: El ser humano está dotado de un servomecanismo que le permite, cada vez que experimenta una necesidad, de la índole que fuere, instantáneamente, y en forma simultánea, expresar una fuerza motivadora equivalente que le induce trasladarse desde el lugar donde reside su insatisfacción, hacía aquel en que se encuentra la satisfacción de la misma.

Queda por saber cuál es ese lugar donde reside la satisfacción de una necesidad o la realización de un objetivo. Además de la lógica inductiva y deductiva, se activa, en un momento dado, la intuición y la inspiración, que aporta el conocimiento del qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del quién, del cuánto y del por qué.

Entre los parámetros de los dos estados opuestos de conciencia, del placer y del dolor, buscando la línea del medio, se puede ejercer un control dinámico de ambos aspectos de una realidad existencial, de la cual, cada quien, en un constante alternar del ciclo de vida, en una eterna polarización, precisamos aprender, cada día mejor, a vivir con estos dos valiosísimos aliados de la expansión perceptiva-comprensiva-realizadora  de nuestra conciencia.

El placer y el dolor; el dulce y el amargo; la acción y la reacción, entre otras variantes, ciertamente se interrelacionan con el bien y el mal.

El ciclo de los opuestos se expresa en todas las manifestaciones de la naturaleza, buscando mantener el equilibrio, por ejemplo: primavera, verano, otoño e invierno.

En los negocios, el ciclo económico se expresa, como: Recuperación del equilibrio, expansión, recesión y contracción. 
En fin, no deja de ser, todo, la gradación en sentido opuesto de una misma realidad para adquirir nuevos estados de conciencia acordes con los valores universales, o atributos divinos, y sus respectivas estaciones, entre el cero y el infinito, en el eterno viaje de regreso a la fuente: El Ser Universal, del que, todo ser, en los cuatro reinos naturales, es una expresión indivisa, a la conciencia individual, sin haberse, jamás, separado de Él.

Adelante.


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