Pizarrón:
Una escritura con gruesa letra
y tiza blanca sobre la América Hispana
Autor: María
Antonia Zandanel
Universidad Nacional de Cuyo
mzandanel@hotmail.com Argentina
Resumen: Nos proponemos
conmemorar aquí los cien años del nacimiento de uno de los destacados
intelectuales del siglo XX, cuya obra fuera ampliamente reconocida en nuestro
ámbito cultural: nos referimos al escritor venezolano Arturo Uslar Pietri
(1906- 2001) quien dedicara su larga vida a transitar diversos caminos del
saber.
Publicó su primer artículo periodístico a los catorce
años; el último, el de la despedida, en su columna del diario El Nacional,
aparecería en enero de 1998.
Habían transcurrido setenta y ocho años. Cumplirá este
aspecto relevante de su producción desde la mirada que le imprime el
comunicador social, tarea que se suma a su labor de educador, en los escritos
de la columna semanal que titulara Pizarrón.
Dejará registrados así destacados artículos de opinión
que darán a conocer las ideas de nuestros grandes hombres, entre los que se
encuentra el propio Uslar, al tiempo que contribuyen a formar la opinión
pública desde las columnas de la prensa y de este modo procura testimoniar
tanto nuestra historia política como los registros más destacados de nuestra
cultura.
Palabras claves: periodismo, literatura venezolana, Uslar
Pietri, Pizarrón.
Title and subtitle:
Pizarrón: Writings in bold white chalk on Hispanic America. Abstract: We are
proposing here the celebration of the 100th anniversary of the birth date of
one of the outstanding scholars of the 20th century, whose literary work is
widely known in intellectual circles. We are talking about Arturo Uslar Pietri
(1906-2001), who devoted his extended life to explore various paths in the field
of knowledge. Uslar Pietri published his first journalistic article when he was
only fourteen. His last article, his farewell at the El Nacional newspaper,
came out seventy eight years later, in January 1998. In his weekly column
entitled Pizarrón, Uslar Pietri fulfilled this important facet of his
production from the point of view of the communicator, adding this task to his
work as an educator. In Pizarrón, he gave voice to the ideas of our great
thinkers, among which the same Uslar Pietri is included, and at the same time
contributed to shape the public opinion and offered a testimony not only of our
political history but also of the most relevant registries of our culture. Key words: journalism, Venezuelan literature, Uslar
Pietri, Pizarrón.
Recibido: 27-XI-2006 Aceptado: 14-II-2007 Cuadernos del
CILHA - a. 8 n. 9 - 2007 (63-78) 64 María Antonia Zandanel.
Pizarrón: Una escritura con
gruesa letras... Un hombre escribe para dejar constancia de su pensamiento,
porque ser escritor no es un oficio ni una profesión, sino una manera de
existir, una manera de ser hombre.
Introducción:
Es nuestra intención, desde las líneas del presente
trabajo, conmemorar los cien años del nacimiento de uno de los intelectuales
más representativos del siglo XX, cuya obra fuera ampliamente reconocida en
nuestro ámbito cultural. El escritor venezolano Arturo Uslar Pietri
(1906-2001), dedicó su larga vida a transitar los mas diversos caminos del
saber universal: fue novelista, cuentista, poeta, dramaturgo, ensayista,
comentarista de televisión, escritor de artículos de opinión, profesor,
académico, conferencista, divulgador de la cultura y de la historia universal,
analista de los más diversos problemas sociales, estudioso de la historia de
Venezuela, agudo polemista, ideólogo, hasta llegar, inclusive, a desempeñarse
como actor destacado de la política de su país, al postularse como candidato a
la presidencia de la República por el Movimiento Republicano Progresista en el
año 1963. Un año más tarde, en 1964, fundaría el Frente Nacional Democrático.
Desde muy joven Uslar sumaría a la intensa tarea
intelectual el desempeño de numerosos cargos públicos: Ministro de Educación
(1939-1941), Secretario de la Presidencia de la República (1941-1943 y
1944-1945), Ministro de Hacienda (1943-1945), Ministro de Relaciones Interiores
(1945), Senador por el Distrito Federal durante tres períodos consecutivos
(1959-1973) y Embajador Delegado Permanente de Venezuela ante la UNESCO
(1975-1979).
La tarea política desempeñada sumada a la sostenida labor
realizada en sus múltiples ensayos nos ayudan a perfilar una fuerte
personalidad capaz de abarcar los más diversos ámbitos, tanto culturales como
políticos, que luego se trasladarían sólidamente amalgamados a sus escritos.
Esta personalidad multifacética someramente diseñada,
unida a sus vastísimos conocimientos que relacionaban aspectos diversos dentro
de nuestro de por sí complejo marco cultural, habrían de generar una producción
que todavía hoy no deja de asombrarnos. Como dato interesante de esta
polifónica forma de situarse en el mundo, se impone destacar la labilidad del
autor para ocuparse tanto de los estudios teóricos correspondientes a su ámbito
cultural para, simultáneamente, conciliarlos con la praxis política. Y con esto
Uslar suma su nombre al de un importante grupo de escritores que, inmersos en
su compromiso temporal, habrían de unir el importante oficio de escribir, de
transitar y hurgar en nuestras permanentes y sostenidas búsquedas identitarias,
de desplegar las más diversas competencias comunicativas, con el fuerte
compromiso que supone el desempeño de los cargos públicos o el de una activa y
comprometida militancia.
Su quehacer intelectual imbuido de ese matiz pedagógico
que lo caracteriza deviene del hecho de comprender su misión como el imperativo
de “despertar conciencias dormidas”. Para ello su producción se ajusta a dos
formas de expresión, ambas igualmente significativas, las cuales le permiten
dejar aflorar su pensamiento que versará preferentemente acerca de aspectos
diversos de la América Hispana y, en especial, de su Venezuela natal, de su
terruño siempre recordado: por una parte sus ensayos, donde nuestro autor
desarrollará sus pensamientos y sus ideas; por otra, la amplísima variedad de
escritos destinados a la prensa.
Arturo Uslar Pietri: un estudioso de nuestra
realidad.
Uno de los aspectos más relevantes de esa tarea sostenida
a lo largo de décadas la cumplirá Uslar desde la focalización que le imprime la
mirada del comunicador social, la cual se suma a su permanente labor de
educador: tareas ambas que desempeñará en forma temprana tanto en la
televisión, desde el más conocido de sus programas titulado Valores Humanos
(1953-1986), espacio que procuraba consolidar en Venezuela la cultura desde y a
partir de los medios de comunicación.
También destinados a la Televisión fueron diseñados otros
programas de interés general a los que llamó Cuéntame a Venezuela (1980) y
Raíces Venezolanas (1983).
A este significativo quehacer hay que sumar la no menos
importante y sostenida labor desarrollada para la columna semanal de Pizarrón
de El Nacional de Caracas, espacio destinado a transmitir para sus
contemporáneos aspectos diversos del panorama cultural americano.
Escovar Salom destaca la significación que tuvo el
periodismo, particularmente en Venezuela: “La columna periodística se considera
la tribuna histórica de los pueblos de Hispanoamérica (…) En Venezuela el
periódico ha sido agitador intelectual, el foro, el ágora, el agente de
circulación de las ideas. Los periódicos del siglo XIX, (…) recogen la historia
política y la historia de la cultura”.
Cinco núcleos principales se pueden desglosar del
análisis de estos más que numerosos artículos: la política, el mestizaje americano,
las temáticas venezolanas, la cultura, la educación: los valores y
contravalores del vivir humano.
En estos espacios comunicacionales que se ocuparon
durante décadas de difundir aspectos que tienen que ver con nuestras raíces,
con las personalidades más relevantes de todos los tiempos, con los hechos que
sobresalieron por su importancia a lo largo del tiempo histórico y con nuestra
propia cultura, merece destacarse esa agudísima percepción para advertir con
una enorme lucidez, y ya desde muy joven, el poder subyugante y mágico de la
palabra.
Estos escritos fueron concebidos desde una perspectiva
que procuró formar culturalmente a sus destinatarios. El significativo
aprendizaje del poder apelante que en sí mismo encierra el lenguaje, de la
musicalidad de las palabras y del poder sugerente y convocante del discurso, lo
realiza Uslar tempranamente en los cafés parisinos en compañía de dos grandes
de nuestras letras, uno de ellos el guatemalteco Miguel Ángel Asturias; otro,
el cubano Alejo Carpentier, quienes imbuidos de las ideas de las vanguardias
dibujaban, trazaban y leían en voz alta las páginas de sus primeras novelas,
esas que trascenderían significativamente en las letras de nuestro continente.
Asturias escribe por entonces un cuento al que titula
“Los méndigos políticos”; con el tiempo el relato se convierte en el primer
capítulo de su consagrada novela del ciclo de la dictadura, titulada El señor
presidente; Uslar comparte con el grupo la lectura de Las lanzas coloradas y el
cubano Alejo Carpentier deja deslizar las páginas de su Ecue-Yamba-O.
Deslumbrados ellos e iluminadas por el surrealismo, estas
lecturas de sus obras dejarían una significativa influencia en los jóvenes
latinoamericanos.
Sistemas indiscutidos de una forma peculiar de
transmisión de saberes, que contribuyen al afianzamiento y a la recuperación de
la cultura popular, cuando estos son bien utilizados, los medios de comunicación
definen y propician, por otra parte, una fuerte ideología dominante que por lo
general suele entrar en conflicto con el modo de sentir y de incorporar la
cultura de los diversos pueblos. El avance o la evolución de las distintas
sociedades aisladas geográfica y culturalmente hacia las sociedades modernas,
más informadas, interconectadas y ligadas por el conocimiento se logrará, en
gran medida, por la amplia difusión que alcanzarían, en particular durante las
últimas décadas del siglo, los mass-media. Contribuye a esta dispersión el
amplio desarrollo que habrían de tener la televisión y los medios en general en
las sociedades modernas y, al mismo tiempo, la inevitable repercusión que este
hecho alcanzaría en el modo de vida de los usuarios de las diversas latitudes.
Los medios serán los encargados de difundir rápidamente a
los diferentes puntos del planeta las noticias más destacadas, los avances
tecnológicos, los importantes descubrimientos o los viajes espaciales, las
grandes tragedias que nos acosan a diario o, simplemente, formas diversas de
pasatismo y diversión.
Por comunicación de masas o mass-media, entendemos
aquellos procedimientos mediante los cuales grupos de especialistas se sirven
de inventos técnicos (prensa, radio, films, etc.) para difundir un contenido
simbólico a un público vasto, heterogéneo y geográficamente disperso.
En términos más simples, la sociedad moderna depende, de
modo crucial, de las comunicaciones de masas.
El análisis sociológico de los mass-media trata de
comprender objetivamente las consecuencias de la comunicación y de la
persuasión de las masas sobre la vida política y social.
Las tempranas consideraciones del pensador venezolano y
la valoración que hará de los mass-media se encuentran unidas a una firme
percepción del significado que para la modernización de nuestros pueblos
entrañaba la libertad de expresión, sumada en todos los casos al valor que la
información posee en sí misma y a lo que él entendía como su invalorable poder
educativo.
Su obra, desde esta óptica, nos deja un significativo
legado en tanto difusora de saberes mediante una utilización precisa, destacada
y sostenida en el tiempo de los mass-media como el vehículo más propicio para
la transmisión de la cultura y, al propio tiempo, como formadora de la
identidad de nuestros pueblos.
En este sentido, el uso de los medios de comunicación se
sumaría en el caso de Arturo Uslar Pietri a la importante labor desarrollada en
su prolífica producción escrita.
Obsérvese que esta temprana valoración que el pensador
venezolano hará de los medios está destinada a destacar los valores que los
mismos debieran tener en la educación futura de los pueblos.
Nos interesa en particular señalar esta mirada y la
consideración temprana que el venezolano tuvo de los medios de comunicación por
cuanto estos han adquirido hoy más vigencia que nunca y porque, además, hemos
visto crecer en los últimos tiempos su amplísimo poder en la construcción y en
la manipulación de la opinión pública, en el manejo de nuestros destinos políticos,
en la consolidación de la conciencia nacional y popular, con todo lo que este
hecho implicará, tanto en sus aspectos más destacados y positivos, como en
aquellos otros significativamente negativos.
El pensador venezolano logró entender e interpretar
tempranamente el poder y la trascendencia que habrían de desarrollar los medios
de comunicación y, al propio tiempo, como lo demuestran estos escritos, captar
su extraordinario potencial educativo. De él habría de valerse, por una parte,
para contactarse de un modo directo con su entorno social, usando sus propias
palabras, con sus entrañables “amigos invisibles”; y, por otra, para compartir
con ellos los más amplios aspectos de la cultura la cual se encargaría de llevar
hasta el interior mismo de los hogares.
En los medios desarrolló el maestro —con una simpleza de
expresión y una profundidad inagotable— una enorme gama de temas que, en un
total de 1.200 programas, estuvieron siempre destinados a ampliar el bagaje
cultural no sólo de una elite de intelectuales sino que, debido a la sencillez
de su prosa, habrían de llegar también a una audiencia significativamente
masiva.
Otra dimensión singular de esta obra sostenida en el
tiempo está centrada en el quehacer más propiamente ensayístico donde recreará,
con una prosa purísima, desde una temprana percepción del Realismo mágico para
caracterizar nuestras letras, su inclinación para novelar los episodios de la
Historia en sus Novelas, una cabal comprensión del mestizaje cultural como
rasgos definidores de nuestros pueblos, hasta el desvelo y la angustia por
“sembrar el petróleo”, una de sus frases más felices —conservada hasta hoy y
ampliamente reproducida y citada en la actualidad en los diversos medios
venezolanos— idea fuerza que le sirvió para manifestar, desde lo económico y lo
político, esta preocupación obsesiva recurrente por defender las riquezas del
subsuelo que podrían garantizar el futuro de Venezuela y, a partir de su
explotación, un sostenido bienestar económico.
Fue desde todos los ángulos posibles un pensador
multifacético que supo conjugar el pensamiento en sus más diversos órdenes;
hombre universal, lúcido, crítico, plural, entendía que el escritor es la
conciencia de su tiempo y a este empeño, desde posicionamientos diversos, a
partir de enfoques múltiples y desde la recurrencia a desarrollar ciertos temas
que atraían su atención en forma particular, consagró a estos registros,
durante su larga existencia, su pluma incansable y su también laboriosa y
obstinada tarea de humanista.
Manuel Castells particularmente interesado en los
impactos sociales que habrían de tener las nuevas tecnologías en nuestras
sociedades actuales, registra el hecho de que el tiempo que empleamos para
insertar los medios (radio, televisión, diarios, revistas, e inclusive los más
actuales como Internet) en nuestra vida diaria es lo que posibilita que los
mismos se conviertan en el reservorio que torna posible la construcción de
metáforas y de relatos culturales, precisamente esos que nos resultan
necesarios para explicarnos el mundo en el que vivimos.
Su producción de ensayos breves cubre las más vastas y
variadas temáticas entre las que destacamos: El petróleo en Venezuela, Tío
tigre y Juan Bobo, El Realismo mágico, La Universidad y el País, La crisis de
la Educación, Repensar la Educación, La Nación fingida, Simón Rodríguez,
Nuestro maestro, Vasallaje intelectual, La querella del conquistador, Venezuela
hoy, La Venezuela posible, Una galería de insurgentes, Profecías de lo obvio,
Las dos culturas, El arte en la calle, Los artistas y América, La verdad de la
historia, El nombre de Venezuela, El padre de la Utopía, La traición de los
intelectuales, La dialéctica del poder, Para salir del laberinto, La invención
de América mestiza, Las carabelas del nuevo mundo, El mestizaje y el nuevo
mundo, ¿Existe América Latina?, Política y pensamiento, La otra España, entre
tantos otros temas que sería demasiado extenso enumerar aquí.
Carlos Alarico Gómez acota un dato altamente
significativo que nos interesa consignar a continuación en este repaso que nos
proponemos realizar acerca de su intensa labor periodística: El Universal
(1940) inició la práctica de la página de opinión, que fue acogida por las
otras rotativas, (…).
Había un ambiente propicio para un periodismo libre, a
pesar de las limitaciones existentes debido a la II Guerra Mundial, revelador
de la influencia positiva que ejerció el pensamiento liberal de Uslar en los
gobiernos de López Contreras y de Medina Angarita, donde ocupó posiciones
claves en el más alto nivel de decisión política.
El profesor Francisco Barbadillo, por su parte, quien se
ocupara a lo largo del tiempo de estudiar “los artículos de Pizarrón”, o los
“pizarrones” como el propio Uslar se encargó de llamarlos, en una obra
verdaderamente valiosa al momento de estudiar las ideas y el campo cultural del
escritor, historiador y político venezolano, tanto como el momento histórico
que las enmarca, habrá de decir respecto a la multifacética labor llevada a
cabo por nuestro autor a lo largo de su extensa vida, uno de cuyos perfiles —no
el menos importante— estuvo destinado a la publicación y difusión de su
pensamiento americanista en los medios de comunicación de masas. Percibió como
pocos, la enorme influencia que estos habrían de tener en el futuro, al tiempo
que entendería prontamente los peligros que una irresponsable manipulación de
la información podría traer aparejada en la formación de nuestras sociedades
modernas: Uslar es un escritor de ensayos y artículos periodísticos, y es
también comunicador social por hacer uso de los medios: la prensa oral y
escrita, la radio y la tv; esta amplia difusión hoy se aplaude y se avala en
virtud de las cualidades del hombre ejemplar, disciplinado, laborioso,
preocupado, optimista”.
El 10 de junio de 1948, fecha clave a los efectos de la
presente comunicación, aparece la primera de sus destacadas columnas a la que
Uslar titulará “La falsificación de la realidad”; escribe por entonces desde
Nueva York, exiliado con posterioridad al golpe de Estado perpetrado contra el
gobierno de Isaías Medina Angarita, ocurrido algunos años antes. Manifiesta en
el fragmento que transcribimos, los motivos que lo inducen a escribir: No me ha
sido fácil decidirme a iniciar estos artículos que hoy comienzan. Mucho y muy
gravemente he vacilado en hacerlo. Un humano impulso vital, el mismo que nos
lleva a huir del humo hacia el aire libre, me empujaba a permanecer lejos y en
silencio. El tormento de ser venezolano, tormento al que no ha podido escapar
ningún hombre de pensamiento de nuestra tierra, encontraba para mí una tregua
en el sereno ambiente de la Universidad de Columbia (…). Y eso es lo que ya no
me permite permanecer callado. Óigaseme o no se me oiga, me siento obligado a
decir lo que creo la verdad. A escribir con gruesa letra y tiza blanca en este
Pizarrón las cosas que no debo callar (…)”.
Procuraremos en este trabajo repasar, aunque
solo sea parcialmente dada su significativa amplitud, el pensamiento de Arturo
Uslar Pietri sembrado a lo largo de décadas, tanto en sus
conferencias y disertaciones, en los medios televisivos como en sus escritos
más importantes, centrados en destacados personajes de todos los tiempos, o en
los hechos significativos de su época, en los avances científicos y
tecnológicos, en los núcleos significativos de nuestra cultura y, al propio
tiempo, con la intención de actualizar y recuperar un obstinado recorrido que
procurará re-construir discursivamente esa Venezuela posible, tan cara al
sentir de nuestro pensador, al propio tiempo añorada y castigada.
Revisitar ciertos momentos de nuestra cultura y conjurar
las aristas diversas del pensamiento latinoamericano, observar el rol de los
medios de comunicación, particularmente en los imaginarios urbanos, serán
motivos y preocupaciones recurrentes tanto de sus trabajos como de sus
desvelos. Es también el motor que nos invita a la relectura de algunos de sus
artículos más destacados.
Gran conocedor de la realidad americana, fue poseedor de una
incalculable erudición, la cual dejará plasmada en sus múltiples obras. Su
labor de cronista de la historia tanto literaria como política de la Venezuela
del siglo XX le otorga un sitio de privilegio en el mundo de nuestras letras.
Su producción intelectual sobrepasó ampliamente los
límites de su patria natal y esto lo convirtió en uno de los grandes exponentes
de la cultura y del pensamiento latinoamericano, tarea que le permitió prohijar
su amplísima obra.
Siguiendo el pensamiento de García Canclini y para
entender el contexto de producción de la obra de Arturo Uslar Pietri, conviene
señalar qué se entiende por Cultura, en su sentido más amplio (…) el modo en
que la gente come y piensa, se viste e imagina, arregla su casa y hace
política, habla y se calla: en suma, lo que hace a un pueblo vivir de una forma
que le da identidad y lo distingue. Hablamos de cultura como el conjunto de
fenómenos que contribuyen, mediante la representación o reelaboración simbólica
de las estructuras materiales, a comprender, a reproducir o transformar el
sistema social”.
Otro destacado pensador actual, Pierre Bourdieu,
contribuye a delinear y consolidar en otra línea de interpretación, (el
concepto de cultura Para Bourdieu, la cultura expresa y ayuda a constituir y
reproducir estructuras de dominación, proceso que se vehiculiza mediante la
legitimación o mistificación del poder económico y político que yace en la base
de estas estructuras.
La cultura es entonces un instrumento de dominación, pero
también una forma simbólica a) por medio de la cual los seres humanos ordenamos
y construimos nuestra comprensión del mundo objetivo (una estructura
estructurante) y b) que provee una fundamentación lógica al orden social.
La cultura es, también, un medio de comunicación, cuya
lógica interna puede ser dilucidada a través del análisis estructural”.
En este marco donde reconocemos sentidos y valores que
nos permiten aproximarnos al mundo que nos rodea, a partir de ambos conceptos
de cultura que formalizan ese modo nuestro de insertarnos en el mundo y al
propio tiempo nos facilita la comprensión de este nuevo mundo nuestro, es que
estas digresiones del maestro o composiciones caracterizadas por su tono
ensayístico, cobran su sentido más cabal.
Son miradas especulares que nos ayudan a comprender y a
interpretar los tonos y matices que dibujan esos trazos tan particulares de
nuestra cultura latinoamericana. Inserto y centrado siempre su pensamiento en
el marco cultural del momento histórico que le tocó vivir, conformado éste como
el metatexto que nos ayudará a la comprensión de sus ideas, podremos percibir
de qué modo singular se destaca en este contexto, con tintes muy característicos,
su labor de eminente ensayista, siempre preocupado por América y por su
Venezuela natal.
Entendió en todo momento que esa era la misión que le
había sido encomendada a su pluma y a su palabra, inserta en su tiempo
histórico, y a ella se entregó por entero para buscar las esencias más
profundas y caracterizadoras de la venezolanidad.
A propósito de Pizarrón (1948 – 1998) Rafael Arráiz
Lucca, un destacado estudioso de la obra de Uslar, señaló en la “Presentación”
de la novísima aunque reducida edición de Pizarrón, que compila una interesante
selección de los artículos más significativos publicados en su legendaria
columna del diario El Nacional, reeditada en una edición homenaje, con motivo
de los cien años de su nacimiento, la trayectoria y duración en el tiempo de
los artículos de Uslar Pietri: El primer artículo que publicó Arturo Uslar
Pietri en la prensa nacional se tituló “El plátano o el banano”, y apareció en
el diario El Comercio de Maracay el 28 de agosto de 1920.
Entonces, el precoz joven Uslar sumaba catorce años. El
último en publicar fue el de la despedida de su legendaria columna del diario
El Nacional el 4 de enero de 1998, “Una larga jornada”, habían transcurrido
setenta y ocho años, y su autor contaba noventa y uno.
Cuando Barbadillo publica su destacada investigación
acerca de los artículos de Pizarrón, consigna 1765 columnas desde la fecha
de inicio hasta diciembre de de 1994. Arraiz le agrega 48 más durante tres
años, y la de 1998. Con ello el total de Pizarrones es de 1890.
“De este universo considerable de columnas, -dice Arraiz
Lucca- he escogido para esta selección 149”. (Los libros de El Nacional.
Pizarrón. Presentación: 5-6.)
Por su parte, el exhaustivo trabajo del profesor
Barbadillo nos ha permitido recuperar, publicados en obras dispersas, algunos
otros Pizarrones. Con el correr del tiempo no podemos dejar de reconocer el
enorme mérito de la recopilación llevada a cabo por Barbadillo aunque
lamentemos hoy que la misma se acotó, en su momento, a las columnas que fueron
publicadas en el diario El Nacional. (Rafael Arráiz Lucca. Presentación. En:
Pizarrón. Biblioteca Uslar Pietri. Los libros de El Nacional. Caracas:
Universidad Metropolitana, 2006, Año Centenario de Arturo Uslar Pietri.)
Esta sostenida tarea del escritor venezolano abarcó los más
dispares y diversos temas de nuestra cultura que se esparcieron durante décadas
en revistas y periódicos de la América Hispana: Billiken, Caricatura, Élite 17
, Válvula, De Pitón a Pitón, por mencionar solo algunos, se hicieron cargo de
sus colaboraciones.
Hombre preocupado por su entorno cultural al que
procuraba interpretar, habría de desempeñarse también como columnista de El
Universal, Ahora, La esfera, El nuevo diario, a los que hay que agregar su
sostenida participación en el tiempo en las proverbiales, muy difundidas y
comentadas columnas de El Nacional.
Estos artículos de opinión, de raigambre periodística, de
la mejor prosa periodística, constituyen destacadísimos ejemplos en su género.
Su labor cobra un sentido particular en función de esa tradición asumida por
nuestros intelectuales quienes darán cuenta de sus ideas y aun de sus
competencias ideológicas a través de la prensa.
Formalizarán así destacados artículos de opinión que
serán los encargados de dar a conocer las ideas de nuestros grandes hombres,
entre los que se encuentra el propio Uslar, al tiempo que contribuyen a formar
la opinión pública de sus receptores desde las columnas de la prensa.
El vastísimo campo semántico del que se ocupa nuestro
autor tiene que ver con aspectos verdaderamente sustantivos, entre los que
podemos mencionar: el petróleo, núcleo esencial de la dimensión socio económica
del país; la educación en todos sus aspectos, conflictos y dimensiones; su idea
de la América Hispana: percibida como origen y prospección de nuestros pueblos
vistos desde la perspectiva de una comunidad histórica; el doloroso proceso de
mestizaje que comprende tanto lo racial cuanto lo cultural que distingue a
nuestras letras que devino del encuentro y del enfrentamiento de dos mundos; el
período de la independencia y la creación de la república, “como expresión
genésica”; el realismo mágico, formulación ficcional considerada una de las
marcas significativas y caracterizadoras de esa forma nuestra tan peculiar de
entender y representar el mundo que nos rodea. Estos aspectos se perfilan en
las páginas de Pizarrón, en muchos casos en forma recurrente, en procura de
delinear nuestra identidad hispanoamericana.
El profesor Barbadillo, por su parte, en esa importante
lectura que ya hemos señalado, llevada a cabo a propósito de los pizarrones, ha
agrupado por temas afines la producción de estos ensayos: 1.La preocupación
internacional 1.1.La política socioeconómica 1.2.La guerra y la paz en el siglo
XX.
En 1928 la revista Élite le otorga a Uslar Pietri el
primer premio en su concurso de cuentos por el que hasta hoy se considera uno
de sus relatos más logrados, seleccionado y destacado en innumerables
antologías, pieza significativamente relevante de la cuentística
latinoamericana. Nos referimos a “La lluvia”, destacada composición que
ubicamos dentro de lo que el propio Uslar denominó en diversos momentos de su
obra Realismo Mágico y que tanta repercusión habría de tener en los escritores
que escriben con posterioridad.
El mestizaje hispanoamericano 3.Venezuela 3.1.La historia 3.2.El petróleo 3.3.La
tierra y su gente 3.4.La ciudad de Caracas 4.El hombre y sus valores 4.1.La
cultura, la educación y la vida 4.2.La lengua 4.3.La ecología 4.4.La picardía
4.5. La civilización tecnocrática 4.6.Los medios de comunicación social 5. Índice
onomástico.
El pensador y el prosista, y al mismo tiempo el poeta y
el narrador de historias de las más diversas procedencias y épocas, el profundo
conocedor de los secretos de nuestra lengua y del buen decir, se hacen presente
en sus ensayos, donde pone de manifiesto su vastísimo conocimiento de nuestra
América al que se suma una amplia gama de asuntos y temas tanto económicos como
políticos y culturales, referidos, en la mayoría de los casos, a su Venezuela
natal, núcleo fundante de sus reflexiones, preocupación central de todos sus
desvelos, fruto siempre agridulce de sus pasiones.
Doy por descontado que el lector acepta que la conciencia
de Uslar fue una de las más despiertas de su tiempo. Estaba en el mundo atento
a él, lo escudriñaba a diario; recibía prensa y revistas extranjeras
semanalmente, buscaba los libros fundamentales recién publicados en Europa y
América; atendía los asuntos políticos del país como si fuesen temas personales
y, como fruto de esta criba, metabolizaba los temas y escribía. De allí que el
universo de sus intereses fuese asombrosamente amplio, aunque de ninguna manera
signado por la dispersión. Sus racimos temáticos eran frutos de un solo árbol: la
comprensión del mundo y en él, la especificidad hispanoamericana y venezolana.
Muchos de esos asuntos tratados por el maestro tienen
vigencia aún hoy tanto en el plano político como en el económico y son
sometidos en la actualidad a análisis y comentarios. Tomemos como el ejemplo
más significativo de esto que decimos el artículo que se nos presenta como uno
de los más polémicos, el más estudiado, cuya vigencia llega hasta la
actualidad, al que Uslar tituló Sembrar el petróleo.
Nos resulta imposible pensar en un repaso aunque sea
somero de algunos aspectos significativos de su ensayística sin referirnos,
aunque sea brevemente, a este relevante editorial que tanta trascendencia
prospectiva habría de tener para los futuros estudiosos, debido a esa
clarividente mirada que le permitió atisbar en uno de los núcleos centrales de
la economía de los venezolanos y detectar precozmente el rumbo incierto que la
impensada y generosa riqueza del subsuelo habría de proporcionar a su pueblo.
Cabe, para comprender esta percepción, repetir sus propios argumentos al
entender que sería más redituable “invertir la riqueza transitoria no
renovable, en riqueza permanente renovable”.
Y cuando esto afirma está haciendo referencia a una
Venezuela que dejó atrás y abandonó la agricultura, la ganadería, donde los
bosques están desforestados y donde se abandonó el trabajo en el campo para
buscar nuevos rumbos en la ciudad. La agudeza de esta mirada adquiere su
verdadera dimensión cuando en ensayos posteriores que forman parte, entre otros,
de De una a otra Venezuela, se plantea la necesidad de llevar adelante la
empresa de salvar a Venezuela de la muerte petrolera.
Su preocupación por el futuro se manifiesta en trece
artículos que relacionan la crisis del país con el petróleo. Ya en el Preámbulo
señala: El petróleo es como un Minotauro y para vencerlo se requiere una
empresa teséica. Coordinada, serena y resuelta tarea de muchos. De todos, sería
lo mejor. (…). El día en que Venezuela tenga una política petrolera adecuada,
el día en que por la eficaz acción de sus hijos todos deje de ser un parásito
del petróleo, ese día tendrá, por simple añadidura la riqueza económica, el
progreso social y la estabilidad política.
Esta preocupación de nuestro escritor por el petróleo
será rescatada en forma reiterada por quienes se ocupan de analizar este
destacado aspecto socio-económico y los correspondientes perfiles geopolíticos
en la obra de Uslar24. También lo hace Victor Guédez, por ejemplo, cuando
afirma: El carácter reflexivo y el espíritu erudito, así como el olfato bien
sintonizado y la visión prospectiva, siempre han asegurado la presencia de
ideas y proposiciones educativas importantes en cada uno de los artículos de
Arturo Uslar Pietri.
Muchas son las expresiones, los aforismos y las citas que
podrían transcribirse (…). Por razones de una fuerte vigencia queremos evocar
sólo aquella célebre expresión Sembrar el petróleo. Bajo este título, él
publicó dos artículos: el primero fue un editorial del diario Ahora, el 14 de
julio de 1936, y el segundo en El Nacional, el 1° de julio de 1951”.
Importa destacar que en todas las instancias de su más
que prolífica vida, en las diversas etapas de su frondosa producción, en todos
sus abordajes a los múltiples aspectos de nuestra cultura, aquellos que habrían
de preocuparlo en forma sostenida a lo largo del tiempo, estas revisiones
críticas no fueron leídas ni percibidas como pasatistas construcciones
discursivas ni como un superficial e inocuo objeto de consumo o de mero
entretenimiento. Sus agudas meditaciones, por el contrario, llegaban a su
público, tanto a sus lectores como a sus televidentes, diseñadas al modo de
hondas reflexiones respecto del ser latinoamericano a las que se sumaba una
búsqueda permanente del deber ser del hombre de nuestros tiempos y,
consecuentemente, de la pregunta sostenida y acuciante por nuestra identidad
cultural, aspecto caracterizador de toda su producción. En busca de nuestra
identidad La inquietante interpelación o demanda acerca de ¿quiénes somos?,
¿Qué nos caracteriza y qué nos distingue de los demás?, ¿Cuáles son esos rasgos
que nos identifican al propio tiempo como únicos y diversos?, será también para
Uslar una preocupación constante, un sostenido interrogante, un certero pronunciamiento,
una inquietud sostenida en el tiempo, una indagación acerca de las propias
raíces, que se hará presente a lo largo de toda su obra y en los diversos
géneros por los que el maestro transitaría, siempre con holgura, con manifiesto
interés, con sobrado conocimiento, con solvencia intelectual y con sostenida
profundidad.
Cuando el colombiano Germán Arciniegas, en
correspondencia con el pensamiento de Uslar, se cuestiona acerca de estos
aspectos diversos que se conjuran para buscar esa idea del ser latinoamericano,
habrá de referirse de este modo a esos rasgos que nos identifican como tales:
En cierto modo, somos, de todos los mundos, el más difícil y complejo.
Cuando en el campo de las letras aparece un ensayista que
le encuentra un nuevo sesgo al problema que nos domina —el de saber qué somos y
hacia dónde vamos— le llamamos maestro. Es la única ocasión en que a esta
palabra le damos un entorno de respeto, casi de veneración”.
En un importante estudio referido a los Pizarrones (como
llama el propio Uslar a estos singulares ensayos), el profesor Francisco
Barbadillo desgrana el análisis y comentario de numerosos escritos de la más
diversa índole para sus alumnos del Departamento de Lengua y Literatura de la
Universidad Simón Bolívar, en una lectura francamente amplia y enriquecedora de
los escritos del maestro.
Fruto de estos estudios es la destacada obra que
Barbadillo titula Los artículos de Pizarrón, de lectura imprescindible para
quien quiera ocuparse de estos escritos del maestro.
Por su parte los Pizarrones contribuyen
significativamente a ampliar el horizonte cultural del maestro venezolano y son
piezas de lectura más que necesarias para entender sus vastísimas
preocupaciones intelectuales. Su formato más breve le posibilita saltar con una
generosa libertad a los más diversos aspectos de nuestros intereses culturales,
económicos, históricos, sociales.
En el ensayo, por ejemplo, de “La hayaca, como manual de
historia”, se disfrutaba del proceso y naturaleza del mestizaje
hispanoamericano a través de los ingredientes culinarios del plato histórico
navideño; esta exposición analógica de los alimentos y los hechos históricos
resultaba una grata manera de aprender historia.
En otro ensayo, “La florida picardía”, se reflexionaba
acerca del antivalor de herencia hispánica que es también llamado “mal de la
viveza”, aún de fuerte arraigo. “Los desheredados de la civilización” es una
atrevida defensa del arte barroco hispano-americano ignorado, o no tomado en
cuenta por un profesor inglés en su libro y en su programa televisivo de la
Civilización Occidental.
En “La verdad de la historia”, de 1952, por ejemplo, se
encargará de fundamentar su mirada acerca de la historia, aspecto que nos
interesa de un modo especial.
En respuesta a lo que puede leerse como una oposición de
criterios con Miguel Acosta Saignes a propósito de “Guaicaipuro”, un artículo
de Uslar que versa sobre el cacique de los Teques, donde afirma que “El país
que se llama Venezuela, y cuya fisonomía comenzó a formarse a partir del siglo
XVI, tuvo necesidad para nacer de la derrota de Guaicaipuro.
Si pudiéramos — agrega Uslar— concebir con la imaginación
una victoria duradera y definitiva de los indios sobre los españoles, nunca
hubiera existido la América Hispana a la que pertenecemos, ni se hubiera creado
el complejo cultural que la caracteriza”.
No cabe la menor duda acerca de la actitud claramente
polémica de estas afirmaciones de Uslar Pietri, las cuales se corresponden con
una mirada muy particular del enfrentamiento de las dos grandes culturas,
encuentro que nuestro pensador entiende como un complejo proceso de mestizaje
tanto racial como cultural. En muchas de sus obras el eje semántico más
destacado de la observación y de la reflexión es América, con toda la
grandiosidad y la magnificencia del territorio recién descubierto.
Es desde la mirada asombrada del recién llegado, del
extranjero, del extraño que contempla por primera vez la vastedad del paisaje
americano y descubre lo inconmensurable, que se construye esta idea del nuevo
orbe: América fue, en casi todos los aspectos, un hecho nuevo para los europeos
que la descubrieron. No se parecía a nada de lo que conocían. Todo estaba fuera
de la proporción en que se había desarrollado históricamente la vida del hombre
occidental. (...).
Los ruiseñores que oía Colón no eran ruiseñores. No
hallaban nombres apropiados para los árboles. Lo que más espontáneamente les
recordaba era el paisaje fabuloso de los libros de caballerías. Era, en
realidad, otro orbe, un nuevo mundo.
Con gran profundidad de reflexión y espíritu conciliador
señalará que, de algún modo, “la historia de las civilizaciones es la historia
de los encuentros”.
Y de ellos nacen los cambios, los avances creadores, las
nuevas propuestas de las cuales ha surgido el proceso histórico de todas las
civilizaciones.
Desde la mirada ampliamente positiva del venezolano
cuando observa el encuentro de las culturas surge el mestizaje, el primero de
ellos es aquel que podemos llamar cultural.
Y América es precisamente eso, un complejo
entrecruzamiento de culturas y civilizaciones, de razas y de sangres, de
lenguas, de religiones.
Es también el encuentro de lo nuevo con lo viejo, de lo
conocido con lo exótico.
Dirá al respecto el maestro: Lo que vino a realizarse en
América, no fue ni la permanencia del mundo indígena, ni la prolongación de
Europa. Lo que ocurrió fue otra cosa y por eso fue Nuevo Mundo desde el
comienzo.
El mestizaje comenzó de inmediato por el lenguaje, por la
cocina, por las costumbres. Entraron las nuevas palabras, los nuevos alimentos,
los nuevos usos.
Desde la particular formulación discursiva de neto corte
ensayístico que caracteriza un significativo corpus de la prosa de Uslar,
América ocupa, sin lugar a dudas el eje central del discurso.
El metatexto cultural que caracteriza a estos relevantes
escritos es el lugar de América en el concierto del mundo, tanto desde sus
configuraciones más actuales hasta los tiempos en que se formalizaba y
consolidaba eso nuevo y diferente que se llamó el Nuevo Mundo.
Una de las características sustantivas del género es la
que alude a su hibridez, marcada por la diversidad de formas discursivas y,
además, por los diversos ángulos desde los cuales es posible abarcar una
amplísima y casi ilimitada gama temática.
Amplitud, pluralidad y diversidad semántica, constituyen
por tanto rasgos claramente diferenciales de esta particular formulación. Por
sus características, estas formalizaciones a las que llamamos ensayos admiten
tanto su adscripción a esquemas breves de representación o microsecuencias,
como a obras de más largo aliento que, más allá de la eventual extensión,
mantienen su naturaleza discursiva al someterse en todos los casos a una
formulación narrativa debido a su fuerte y sostenido carácter de naturaleza
argumentativa, que se sostienen alrededor de tópicos que les proveen un orden
semántico unificador.
En su producción encontramos los dos tipos de escrituras
ensayísticas, esas de configuración más apretada y aquellas otras que se
estructuran como obras de mayor aliento.
En Latinoamérica, la discusión y el debate de las ideas
en esta gran nación en formación que buscaba trazar los lineamientos de la
propia identidad, de lo diferente ante lo uniforme, formalizaba esa búsqueda en
los cauces del ensayo como la forma más adecuada para manifestarla. Lo que la
ficción por su propia naturaleza no podía concederle, cabía de modo magistral
dentro de los márgenes de estos parlamentos narrativos que se prestaban para un
amplio desarrollo de tipo argumentativo, pero también para el debate de las
ideas, núcleo germinal de los grandes problemas que se desprendían de los
avatares propios de los tiempos vividos y de las búsquedas incesantes con que
Latinoamérica, desde todos los ángulos posibles, buscó a lo largo del tiempo
establecer las marcas de una conciencia de lo diferente.
Resulta importante considerar que la producción
escritural de Uslar presenta esa rara configuración si tenemos en cuenta que
con frecuencia la temática de sus ensayos se desliza en su producción narrativa
al tiempo que los temas de sus obras de ficción suelen guardar relación con las
preocupaciones vertidas reiteradamente en sus ensayos. El entrecruzamiento de
ideas desde lo ficcional a lo argumentativo y viceversa es una característica
siempre presente en la obra del venezolano.
Al propio tiempo el lector puede percibir de qué modo esa
unidad de pensamiento que atraviesa toda su obra tiene que ver con ese aspecto
que hemos reiteradamente señalado, esto es, su preocupación por América.
El último artículo publicado, el que marcaba el cierre de
su ya legendaria columna en el diario El Nacional, se tituló “Una larga
jornada” y apareció el 4 de enero de 1998. Tenía Uslar por entonces noventa y
un años y su producción se mantuvo durante setenta y ocho. Con estas sentidas
palabras se despedía de sus lectores: Por muy largos años he mantenido esta
columna, con un claro sentido de propuesta y de obligación, hasta llegar a
formar parte importante de mi existencia. La interrumpo hoy porque he entrado,
inevitablemente, en esa dura etapa de la vida, que es el repliegue.
A modo de conclusión:
Recordar la figura de Arturo Uslar Pietri, con la
intención de resaltar los perfiles de una sólida y erudita personalidad, es
uno de los objetivos propuestos en este ensayo que pretende conmemorar los
cien años de su nacimiento y, con ello, revisar su producción intelectual con
la intención de ofrecer a los estudiosos de la cultura hispanoamericana, la
oportunidad de rescatar las diversas formas de pensamiento de uno de sus más
eminentes modelos. Al propio tiempo, abre para nosotros la posibilidad de
ensayar una nueva
valoración de su obra multifacética. Estas hondas
reflexiones cumplieron con el imperativo de llegar a sus lectores del periódico
o de reunir a su gente ávida de cultura, junto al televisor, en el caso de
Valores Humanos, con el propósito de leer o de escuchar historias. Y a
partir de allí, dueña de un poder comunicativo excepcional, la voz cálida de
Uslar implementaba y desbordaba desde los medios de comunicación aspectos
variados de nuestro acervo cultural, al tiempo que actuaba como elemento
difusor natural del patrimonio artístico, político y sapiencial de los pueblos
latinoamericanos. La voz del escritor saltaba alternativamente, con solvencia y
oficio, con sólidos conocimientos acerca de los temas abordados, a las más diversas
temáticas de nuestra civilización. La intención que nos mueve en estas
reflexiones de reconocimiento a su excelsa dimensión intelectual es ordenar y
destacar determinados aspectos —aquellos que le confieren un sólido andamiaje a
toda su labor tanto intelectual como política—, esa que le permitió combinar el
razonamiento, una sólida argumentación, la ficción, la creación intelectual y
la praxis en sus diversos aspectos. Esto deberá permitirnos, además, extraer
de sus pensamientos y de sus observaciones, siempre agudas, siempre certeras,
siempre profundas, aquellos aspectos sustantivos que nos distinguen desde
nuestra mismidad, de eso que nos conforma como naciones independientes, esa
idea de la América Hispánica que buscó rescatar en sus escritos, y de este modo
permitir y hacer posible que entronquen nuestros diversos espacios culturales
en marcos más amplios y abarcadores.
Para finalizar nos interesa destacar su aguda y
sostenida percepción para vislumbrar la enorme significación y el poder que de
suyo habrían de tener los medios de comunicación en las sociedades modernas,
y con ello, para interpretar el peligro que este hecho entrañaba como
estrategias de manipulación de sus receptores. Y fue sobre todo en las
inolvidables disertaciones de Valores Humanos y en los agudísimos textos de
Pizarrón donde Uslar volcaría su extraordinaria comprensión del mundo y las
percepciones de su Venezuela natal, fruto indiscutido de su pluma y de sus
desvelos, donde nuestro autor habría de manifestarse como un agudo intérprete
del complejo tiempo histórico que le tocó vivir.
CILHA - a. 8 n. 9 - 2007 - Mendoza (Argentina) ISSN
1515-6125 63